Para quienes no me conocen les voy a comentar de dónde vienen estas pasiones. Siempre quise conocer el mundo. Decía mi madre que cuando apenas gateaba crucé la pequeña puerta blanca que separaba nuestro jardín de la calle en aquella casita de PASO DEL REY y allí salí al mundo exterior, no llegué muy lejos porque un vecino me devolvió pronto al hogar materno... claro que a medida que iba creciendo el deseo se convirtió en algo irrefrenable.
Antes de cumplir cuatro años vivíamos en un pueblo en Córdoba a los pies del Valle de Punilla, detrás del cerro Pan de Azúcar. La televisión no existía o nosotros no teníamos una, en cambio de una enorme caja de madera salían mágicas voces que despertaban mi imaginación y además cada noche mamá nos leía HEIDI, jamás me olvidaré aquella historia de Juana Spyri, ubicada en los Alpes Suizos y n la que no podía dejar de proyectarme aunque los cerros cordobeses no se cubrieran de nieve. Esa primera novela nos impulsó a mi hermano CARLOS y a mí a aprender a leer. Una vez que dominé las letras ya no pude parar, de modo que me dediqué a leer y leer a dar una vuelta de la mano del inglés Phileas Fogg y de Sandokan, me dejé caer en un pozo junto con Alicia y a imaginarme el camino de los Andes a los Apeninos. La lectura se convirtió en un acto compulsivo que, debo confesar me trajo unos cuantos problemas sociales, especialmente en la escuela secundaria donde más de una vez me amonestaron por leer comics en las clases de esas asignaturas que nunca me han resultado demasiado interesantes, no digo que no lo sean, es que desde luego yo estaba muy distraída entre las viñetas como para saber qué sucedía en el mundo exterior. En mi casa me acusaban de no hacer nada y estar tirada leyendo y mis pares sospechaban que algo no funcionaba bien dentro de mi cabeza. Por fortuna la obstinación es una de mis grandes virtudes, o defectos, lo cierto es que yo seguí leyendo.
Claro que cuando uno es adulto abandona las historietas y las novelas de aventuras por los marcos teóricos y otras yerbas, lo cierto es que ahora que leo menos ficción no me ha quedado más remedio que viajar y de eso se trata esta BITÁCORA.
Los invito sencillamente a que me sigan, que hagan comentarios, que sumen sus anécdotas de viajes reales o imaginarios y sobre todo los invito a que deseen VIAJAR porque les doy mi palabra que cuando uno realmente desea algo se cumple. ¿Qué eso solamente pasa en los cuentos de hadas? Claro que no, inténtenlo y verán que es así, claro que hay que desearlo de verdad y con todas las fuerzas. ¡Mis queridos “atrapadores de sueños”… ALLA VAMOS!
De todos mis viajes este último que acabo de realizar casi a los 70 años es el más interesante porque no se trató de un viaje turístico, por eso lo llamaré EL VIAJE DE LOS ABRAZOS....
Apuesto que se están preguntando por qué lo he llamado así.
Sucedió que un día experimenté un dolor terrible en ambas manos y ambas se me paralizaron de repente y sin que pudiese hacer nada al respecto. Confieso que me asusté pero considerando que hace más de veinte años que convivo con ARTRITIS REUMATOIDEA lo tomé solo como un síntoma sin darle demasiada trascendencia. Claro que este hecho regresó una y otra vez hasta que me quitó el sueño. ui a ver al médico sin que hallara una explicación. Comprendí que era un problema seguir usando mi auto. Uno de los tantos especialistas me habló de, .tal vez algo relacionado con el sistema nervioso, quien sabe tal se podría pensar en alguna enfermedad neurológica crónica, inflamatoria y desde luego autoinmune porque ya se sabe cuando tenemos una hay otras tantas que se pueden asociar, y de golpe como quien no quiere la cosa dejó deslizar un diagnostico terrible: ESCLEROSIS MULTIPLE.
Se me heló la sangre, toda mi vida pasó ante mis ojos despavoridos y un grito silencioso me atravesó.
Loré dos diás seguidos, al tercer día me sequé las lágrimas con la manga de mi camisa a cuadros y le dije a mi pareja como quien dicta sentencia:
--"Voy a vender el auto y me iré a Europa a ver a mis hermanas y a algunas personas entrañables que viven allá"