Ya que no podía hacerlo de otro modo me dediqué a leer y leer a dar una vuelta de la mano del inglés Phileas Fogg y de Sandokan, me dejé caer en un pozo junto con Alicia y a imaginarme el camino de los Andes a los Apeninos. La lectura se convirtió en un acto compulsivo que, debo confesar me trajo unos cuantos problemas sociales, especialmente en la escuela secundaria donde más de una vez me amonestaron por leer comics en las clases de esas asignaturas que nunca me han resultado demasiado interesantes, no digo que no lo sean, es que desde luego yo estaba muy distraída entre las viñetas como para saber qué sucedía en el mundo exterior. En mi casa me acusaban de no hacer nada y estar tirada leyendo y mis pares sospechaban que algo no funcionaba bien dentro de mi cabeza. Por fortuna la obstinación es una de mis grandes virtudes, o defectos, lo cierto es que yo seguí leyendo.
Claro que cuando uno es adulto abandona las historietas y las novelas de aventuras por los marcos teóricos y otras yerbas, lo cierto es que ahora que leo menos ficción no me ha quedado más remedio que viajar y de eso se trata esta BITÁCORA.
Los invito sencillamente a que me sigan, que hagan comentarios, que sumen sus anécdotas de viajes reales o imaginarios y sobre todo los invito a que deseen VIAJAR porque les doy mi palabra que cuando uno realmente desea algo se cumple. ¿Qué eso solamente pasa en los cuentos de hadas? Claro que no, inténtenlo y verán que es así, claro que hay que desearlo de verdad y con todas las fuerzas. ¡Mis queridos “atrapadores de sueños”… ALLA VAMOS!
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